No pocos son los retos en el posconflicto, pero el tema del perdón y la reconciliación para construir la paz se levanta como prioritario, ante todo en la vida cotidiana. Si se busca un ejemplo podríamos encontrarlo en El Cielo, una cocina creativa que existe en la cadena de restaurantes creada por el reconocido chef Juan Manuel Barrientos. Él encontró la receta ideal para cocinar la paz desde su arte, profesión y emprendimiento.
Todo empezó cuando este joven paisa, estudiante de ingeniería, leyó un artículo sobre cocina. Sin más, dejó sus sueños universitarios y emprendió su camino para aprender a cocinar. En este recorrido tuvo la oportunidad de encontrar maestros como el reconocido chef español, Juan Mari Arzak y a Iwao Komivama (Argentina), considerado el mejor chef de origen japonés en el mundo.
Con este último, Juan Manuel duró un buen tiempo ahorrando para poder pagar su entrenamiento y son bien conocidas sus clases iniciales. Su primer día tuvo como misión lavar toda la cristalería, y el segundo, debió limpiar la cocina entera junto con su maestro. Las dos lecciones que quería dejar el chef japonés en él eran la humildad y la higiene.
En su regreso a Colombia, a los veintitrés años, Juan Manuel Barrientos, decide crear El Cielo, cocina creativa, línea de restaurantes que reúne lo mejor de la cocina ancestral colombiana con lo experimental y las neurociencias. Junto a la cadena, nace la fundación que lleva el mismo nombre y empezó trabajando con soldados heridos en combate. Les enseñó cocina y no violencia, con el fin de que tuvieran más oportunidades para rehacer sus vidas.
Pronto, Juan Manuel y su equipo de la fundación entendieron, como él mismo dice, que “no hay perdón si las dos partes no se perdonan. Nosotros no podíamos trabajar perdón solo enseñándole no violencia a los soldados, sino que teníamos que generar la otra parte”. Es así como empiezan a trabajar con comunidades víctimas y con desmovilizados de la guerrilla y paramilitares.
“Ahí fue cuando entablamos las jornadas de perdón y reconciliación, allí arrancamos… fue difícil, nos tomó casi un año de aproximaciones. Al dar ese paso que era el más complejo de todos y ya cuando logramos la primera, como que entendimos muchas cosas por las que ellos pasaban. Nos tocó aprender y, no haber presionado el proceso hizo que fuera más genuino. Digamos que se hace a manera personal de cada uno”, explica Juan Manuel. En los diez años que lleva esta iniciativa, han sido más de trescientas personas que estuvieron vinculadas con el conflicto armado desde distintas orillas, las que han pasado por este proceso de formación, de los cuales muchos han hecho pasantías o trabajan actualmente en el restaurante El Cielo. De allí aprendió “la capacidad que ellos tienen de dejar dolores tan profundos y seguir adelante”.
Muchos nos preguntaremos cómo es la convivencia del equipo de trabajo y cuál ha sido la receta del éxito, sobre lo que Juan Manuel manifiesta: “…la convivencia es perfecta. Nosotros tenemos un proceso muy bien fundamentado de entregarles esa pasión que es la cocina, de darles asesorías y charlas de no violencia, de hacerles acompañamiento psicológico con profesionales, a través de las agencias que los representan como la Agencia colombiana para la reintegración o el ejército mismo”.
Y agrega, “…a cada uno se le explica, se le es transparente. Hay personas que dicen “yo no quiero perdonar”, entonces hacen sólo la parte educativa pero no la del perdón y la reconciliación. Lo que sí es cierto es que nosotros recibimos un número de personas en la fundación, si esas personas quieren hacer pasantías en El cielo tienen que pasar por ese proceso y si solo quieren hacer la parte educativa y no pasar por la fase de perdón y reconciliación no pueden entrar a trabajar al restaurante. Aquí trabajan todos juntos y si no eres capaz de perdonar entonces no vas a poder trabajar al lado de ellos”.
Otra de las recetas para lograr el éxito en este proceso es haberlo asumido como un reto enriquecedor y entender que las personas que llegan allí no son pertenecientes a ningún bando, sino más bien personas de diferentes regiones del país con diversos estilos de cocina que han aportado a la voluptuosa oferta gastronómica de El Cielo cocina creativa. Esto, junto al entendimiento de que no se requiere de un proceso de paz oficial, así como la premisa de no tomar partido político por ninguna corriente de pensamiento, ha sido la mezcla ideal para que en El Cielo se cocine la paz.
“Nunca nos involucramos en nada político, es decir, para nosotros ese tema es completamente ajeno. Desde El Cielo como empresa, no tomamos partido y las opiniones políticas de cada persona se dejan en la casa. Aquí no se discute eso. Si a alguien le parece o no el proceso, o el presidente, etc., eso se deja en la casa. Aquí estamos haciendo es trabajo social de seres humanos con seres humanos”, enfatiza Juan Manuel, quien dice además que para él ha sido “…una oportunidad de perdón, de reconciliación, de entendimiento. De darse cuenta de que sí se puede trabajar en paz y de mostrarle al país y al mundo que realmente existe el verdadero perdón y la reconciliación más allá de un proceso político”.
Juan Manuel dona cada año el 30% de las utilidades del restaurante para el sostenimiento de la fundación. Al preguntarle por la responsabilidad de los empresarios como él, frente al posconflicto nos dice convencido: “Yo no creo que un empresario tenga una responsabilidad con la paz ni con el posconflicto, ni con el conflicto… Yo creo que el 100% de los colombianos tienen una responsabilidad como ciudadanos y como seres humanos de que en su entorno generen espacios de paz”.
“Muchas veces nos encontramos con situaciones que nos afectan más que la misma guerra del campo, porque a ti te afecta hoy más un atraco, que alguien te tire el bus, que no respeten la fila, que haya corrupción política, es decir, más otro tipo de violencias que se viven en la cotidianidad. Entonces, más que decir que un empresario tiene una responsabilidad, yo creo que si todos los colombianos, como ciudadanos y seres humanos asumimos una responsabilidad en pro de la paz, las empresas ya no tienen que asumir ninguna responsabilidad con la misma porque ya estarían asumidas per sé, desde su propia creación”.
Finalmente, cuando a Juan Manuel se le pide el acostumbrado mensaje de cierre de entrevista, se niega a darlo, pues considera que uno debe decir es con el ejemplo. “…Uno ir a decir “perdona”, nadie va a perdonar porque uno le mande un mensaje de que perdone. Nadie toma consciencia de un cambio en su vida realmente porque vea una propaganda muy emocional y le diga que uno tiene que cambiar, no. Realmente yo creo que uno tiene que darse cuenta de las cosas que pasan en el mundo y tocarse y sentir la fibra de la vida para hacer verdaderos cambios y cada uno es responsable de hacer su cambio. Nosotros no somos como esas personas que juzgamos “por qué tú no has cambiado”, “por qué tú no ayudas”, no, realmente cada uno encuentra su paz y cada uno encuentra su camino y, el día que esté listo, ayuda”. Ese es su poderoso mensaje de cierre.
Grandes lecciones que nos pone sobre la mesa este chef que hoy está listado entre los cincuenta mejores cocineros de Latinoamérica, siendo el más joven y que ha logrado posicionar su propuesta gastronómica en Medellín, Bogotá y Miami, con una sola misión como reza su statement corporativo “… somos una familia que trabaja todos los días con un enfoque diferente, partiendo de nuestro amor a la vida y oficios, disfrutando cada instante que vivimos, actuando con alegría y pasión, somos artesanos, y a pesar de que nuestro trabajo es efímero, nuestra razón de ser es robarle el corazón y una sonrisa para que nos recuerde toda la vida”.
Por Carolina Triana R., comunicadora y periodista.